Esta semana trabajo en un hipódromo fuera de Londres y hoy ha sido mi primer día. Para llegar al punto exacto dentro del recinto donde trabajábamos hemos tenido que cruzar una zona por la que pasan habitualmente los caballos. A medio camino alguien ha gritado: "¡cuidado con las cagadas!". Demasiado tarde. Me he tenido que cambiar hasta de calcetín.
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